Santísima Trinidad

-Sancti Spíritus-

Ciudad Artesanal y Creativa del Mundo y Monumento Nacional de Cuba, el peculiar entramado residencial y su catedral icónica hacen de esta villa próspera un lugar acogedor y discreto, pero lleno de garbo y misterio debido a su aislamiento entre el saludable verdor del campo cubano y la explayada de caminos de piedra y techos de raíces hispánicas celosamente cuidada.

Fundada en 1514 por el adelantado Diego Velázquez de Cuéllar, la otrora Villa de la Santísima Trinidad devino una prospera región al centro sur de la Isla, entre el mar Caribe y la Sierra de Guamuhaya, a partir del desarrollo del contrabando, la ganadería, el tabaco, la industria azucarera y la trata de esclavos africanos. Razones históricas condicionaron el declive económico de Trinidad y que la villa mantuviese intactos sus atributos arquitectónicos y urbanísticos hasta bien entrado el siglo XX. 

Trinidad, dueña de un paisaje natural y urbano irrepetible, conserva casi inalterado un conjunto arquitectónico de excepcionales valores en el que destacan su Plaza Mayor, la Iglesia Parroquial, plazas y plazuelas conectadas por calles empedradas, edificaciones señoriales con tejados de barro y representativas de influencias estilísticas del barroco, el neoclásico y el eclecticismo.

Su Centro Histórico, uno de los sitios patrimoniales más completos y mejor preservados de Hispanoamérica, es poseedor de una trama urbana irregular y policéntrica, en la que se conservan añejas edificaciones, construidas entre los siglos XVII y  XIX, que por su valor artístico y arquitectónico le confieren un alto grado de monumentalidad. Atendiendo a la relevancia y la significación de sus valores patrimoniales, en 1978 el Centro Histórico de Trinidad fue declarado Monumento Nacional y diez años después mereció su inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial, reconociéndose además el trabajo de conservación realizado durante años. Esta declaratoria de la UNESCO incluyó también al Valle de los Ingenios, que ubicado a escasos kilómetros de la ciudad, constituye un paisaje cultural, indisolublemente unido a la historia socioeconómica cubana; donde se conservan numerosos sitios arqueológicos, casi todos antiguos emplazamientos de trapiches e ingenios de los siglos xviii y xix, y trece casas-haciendas, representativas de la tipología rural de plantación del siglo XIX.

La imagen urbana de Trinidad se complementa con la inabarcable presencia de manifestaciones de arte popular y tradiciones locales, tales como los bordados y tejidos a aguja, las artesanías de cerámica, madera o fibra vegetal, la plástica, los cantos, la danza y el hecho teatral; que la convierten en referente regional de conservación de su patrimonio intangible.

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